La producción cinematográfica de la década de 1960 y, en menor medida, la de la siguiente son casi inconscientemente asociadas por los cinéfilos con la noció n de nuevos cines. Por supuesto, se trata de una noción problemática y, por ende, que debe ser problematizada, como mínimo por dos razones, en primer lugar porque buena parte de las premisas teóricas, críticas, políticas y poéticas de los nuevos cines emergen en la posguerra no en los años sesenta; en segunda instancia, porque las expresiones particulares que renovaron el cine en esta década – nouvelle vague, noberu bagu, cinema novo, novo vlnà–, comparten más el rechazo a los “viejos cines” que propuestas plenamente unificadas (Miccichè, 1995).