En un acto realizado en la Fundación Cinemateca Boliviana, el día jueves 8 de enero de 2015, la Cámara de Senadores de la Asamblea Plurinacional de Bolivia hizo entrega de la Declaración Camaral No 079/2014-15, la cual dice: “Rendir un justo y merecido reconocimiento a la CINEMATECA BOLIVIANA EN CONMEMORACIÓN A sus XXXVIII de vida Institucional , constituyéndose el Archivo Nacional de Imágenes más importante del Estado Plurinacional de Bolivia , recuperando, catalogando, preservando y restaurando, todo el material de la memoria histórica colectiva del país, misma que contribuyó contribuye y contribuirá al desarrollo de nuestra identidad.”
Fundada el 12 de julio de 1976, la Cinemateca es el repositorio de imágenes en movimiento más importante de Bolivia. Su trabajo por la preservación, catalogación y puesta en valor de los materiales audiovisuales han permitido que la mayor parte de las películas filmadas en celuloide en el país se encuentren en su Archivo, en diferentes Fondos Fílmicos, los cuales representan la memoria nacional.
Como una forma de celebrar la Declaración Camaral se realizó la proyección de la película La Guerra del Chaco 1932-1935 del realizador Luis Bazoberry que fue estrenada el año 1936 en La Paz. Este mediometraje con 39 minutos de duración es la primera película boliviana con sonido incorporado. Por primera vez en el Siglo XXI el filme volvía a la pantalla grande para recordar la historia y celebrar el cine.
LA PELÍCULA
Dentro del grupo de realizadores que han dejado para la historia el testimonio de la Guerra en sus filmaciones, Luis Bazoberry sobresale por haber tenido la posibilidad de rodar su película siendo parte del Ejército Boliviano y no como uno de los encargados externos de hacer tal registro.
Bazoberry comenzó fotografiando los hospitales de retaguardia, pero apenas habían transcurrido ocho días, cuando fue llamado por el General Sanjinés quién le transmitió la orden telegráfica de presentarse ante el Comando Superior. Una vez allí, el General Peñaranda y el entonces Coronel Toro, encargaron a Bazoberry que se hiciese cargo de la Sección Aerofotogramétrica en reemplazo del Coronel Alemán Gundewiter. Ese trabajo desempeño Bazoberry en los meses siguientes, volando con los aviadores Santalla, Jordán, Nery y otros. (GumucioDagrón: 1982, 149)
La Guerra del Chaco 1932 – 1935 es la forma en la que se presenta la película, que como sostienen los créditos iniciales, esta fotografiada por Luis Bazoberry. La presentación se explica en tanto el autor de este mediometraje (con 39 minutos de duración), trabaja en labores de aéreo fotografía como aerofogrametrista[1] en la Aviación Boliviana durante la contienda bélica, y antes de enrolarse en la tropa boliviana ha desarrollado una carrera como fotógrafo profesional que es reconocida entre los contemporáneos, tanto en su ciudad natal (Cochabamba), como en La Paz.
Fotógrafo de profesión, se incorporó al Ejército en tareas de aerofotogrametrista, pudiendo así desplazarse por el escenario de la confrontación para registrar una enorme cantidad de imágenes donde quedó testimoniado todo el dramatismo de los hechos. Al mismo tiempo Bazoberry aprovechó la disponibilidad de una pequeña cámara de filmación a cuerda, con escasos 25 segundos de capacidad de carga, para rodar también una gran cantidad de imágenes en movimiento. (Susz: 1990, 62)
Al final de la presidencia de Bautista Saavedra[2], se edita el libro El centenario de la República de Bolivia, en este voluminoso texto se ilustran muchas de las páginas con fotografías del propio Bazoberry, de este modo podemos entender que la película que nos ocupa figure como fotografiada, y no, dirigida por Bazoberry.
Con leyendas de Félix Capriles[3], de este modo se presentan los intertítulos que leeremos a lo largo del metraje, donde de modo poético se irán ilustrando las secuencias que se muestran donde se intercala la foto fija con imágenes en movimiento. Llama la atención que sea el propio Bazoberry quien presente en los primeros minutos la película como relator y personaje principal de un documental que se aproxima al reportaje de guerra. Con una cámara en mano el fotógrafo aparece en la pantalla en un plano medio que nos permite descubrir que él es la guía de una historia que no es en lo absoluto una ficción. Entonces, dedica la película a los hombres que lucharon por la defensa de la patria, y comienza el film con un mapa donde se ubica al espectador en el frente de batalla, brindando así especificaciones sobre cómo fue el movimiento de la tropa para llegar hasta la región chaqueña, entonces hace la primera observación sobre la desintegración caminera y ferroviaria en Bolivia, sentenciando Bazoberry que, en general, el tramo final del viaje de incorporación de los soldados bolivianos al frente de batalla tenía que hacerse caminando.
Con el Himno Nacional de Bolivia como música de fondo se presentan a los héroes de la Guerra caídos en el frente de batalla, ahí está el Teniente Antonio Arébalo a quién se lo reconoce como primera víctima de la Guerra del Chaco, y en esta misma presentación de los Héroes caídos en combate no podía faltar la figura de Rafael Pabón, y no sólo son soldados los que figuran en este breve cuadro de honor compuesto de fotografías de cada uno de los personajes con breves leyendas que ilustran sobre la vida y muerte de cada uno de los personajes, sino que también figura – por ejemplo – Roberto Orihuela, quien con grado de Mayor de Sanidad defendió a la Patria bajo la bandera de la Cruz Roja, y es que esta contienda tiene tantos protagonistas que es difícil nombrar a todos, más la posición que asume Bazoberry en este pequeño reconocimiento es por demás interesante, él se pone del lado de las víctimas. En la película primero está la visivilización de la pérdida territorial y posteriormente la evidencia de la muerte de grandes patriotas, de hombres que dieron todo por el país, así se intenta reivindicar un Ejército que ha sufrido una nueva derrota.La herida está abierta como consecuencia de haber perdido la Guerra, entones Bazoberry intenta, al menos, brindar algún reconocimiento a quienes lucharon en el Chaco.
La película sigue con imágenes de quienes condujeron al Ejército hasta la tan deseada paz[4], ahí están Peñaranda, Busch, el aviador Jorge Jordán y el Canciller Tomás Elío. Para continuar el relato Bazoberry opta por mostrar los accesos al Chaco, nuevamente en la construcción narrativa opta por abrir y cerrar un capítulo, entonces lo que vemos acá es la aproximación al territorio chaqueño, aquel que fue el escenario de la contienda bélica, ese lugar donde lucharon quienes ya no están y también quienes hicieron posible que está historia acabara del modo en que acabó. En este camino de aproximación a la Guerra, que propone Bazoberry, entramos directamente a lo que es el frente de batalla donde vemos a los soldados bolivianos en escenas de combate y en la voz del relator vamos descubriendo a través de su descripción qué es lo que estamos viendo, desde trincheras hasta torres de control. En esta parte la narración se construye a partir de planos abiertos que nos permiten reconocer los movimientos del Ejército a través de la cámara fija durante acciones militares, y el relato se arma con un personaje central que teje la acción como se trata del encargado de radio que da órdenes e instrucciones al frente de batalla. Sobre este personaje sí se utiliza el primer plano y se dobla la voz para que el espectador entienda qué es lo que sucede, además desde entonces, la película se apoya en los intertítulos.
Con el desarrollo de la película se nos presenta a la Aviación, entonces vemos a una parte de la flota boliviana de aviones listos para despegar y empezar un bombardeo aéreo. La leyenda del intertítulo dice: “Con los colores de la Patria en las alas los señores del espacio recorren las alturas, vengadores y terribles para lanzar la muerte en un vértigo de santa indignación”. Las tomas de aviones se combinan entre aquellas que son rodadas desde tierra, con las otras que son imágenes de avión a avión, esa es una de las más grandes ventajas que tiene Bazoberry para elaborar su obra, la posibilidad de poder volar y la técnica que desarrolla en su labor de aerofotagrametrista. En un segundo intertítulo relacionado a la aviación se lee: “La guardia armada del aire formada por bravos pilotos de aviones de plata y acero. La guardia que entonaba a diario la canción de guerra en el isócrono retumbar de sus motores, cargando un infinito en sus alas”. En este segmento de la película se pueden apreciar los aviones Junker y los Hawk, biplanos y primeros bombarderos que despegan para realizar su misión en el aire, nótese que en una de las escenas se aprecia como un paracaidista se lanza desde una de las aeronaves.
Luego de este breve repaso al trabajo de la Aviación Boliviana durante la Guerra, la película vuelve a tierra y se ocupa de las situaciones más cotidianas, el rancho en las trincheras el momento de sosiego, aquel que tiene que ver con la cuestión más simple y humana, aquella de la alimentación. Es esta la antesala para luego presentar dos situaciones que cierran la historia de la contienda, se trata de los almuerzos ofrecidos por parte de los paraguayos a los bolivianos, y viceversa, luego de firmada la paz en Buenos Aires.
Bazoberry se ocupa entonces del almuerzo ofrecido en el Fortín de Capienda, donde el Comando de Ejército de Paraguay brinda un almuerzo al Comando de Ejército de Bolivia, el viaje de la comitiva que se presenta a la cita con el Alto Mando Militar Paraguayo se lo realiza a bordo del avión Bolívar. Posteriormente y de modo recíproco el Comando Boliviano ofrece otro almuerzo en Villamontes. Corría el año 1935 y la Guerra del Chaco había terminado.
La película de Luis Bazoberry, La guerra del Chaco 1932 – 1935, termina con la desmovilización de las tropas bolivianas, y en este sentido es que el Alto Mando Militar abandona Villamontes a bordo del famoso avión Juan del Valle. Además vemos, antes del Fin, una flota aérea que se prepara para surcar los cielos, esta vez no hacía el frente de batalla sino de retorno a la ciudad de La Paz, donde se lleva a cabo el recibimiento de los soldados en un acto realizado en la Plaza Murillo al frente del Palacio de Gobierno como queda registrado a través del lente del realizador.
La historia de la película de Bazoberry, sólo cierra un capítulo de su producción con el cese de hostilidades y la desmovilización de las tropas en el Chaco. El fotógrafo inscribiría su nombre en la historia del cine boliviano al haber realizado la primera película sonora de nuestra historia.
Impresionó, a lo largo de la guerra, cerca de 25.000 metros, filmando día a día escenas cotidianas en los campamentos y en el frente. La pasión con la que encaraba el proyecto, era objeto de burla de quienes lo rodeaban, pero él persistió a pesar de las dificultades, que no eran tantas en el momento de filmar como lo fueron después. (Ibídem: 1982, 149)
De todo este material filmado la mayor parte fue dañado por las inclemencias del tiempo y las precarias condiciones de almacenamiento de las cintas. Fue así que consideró la idea de enviar los rollos a su familia en Cochabamba, gracias a esto pudieron salvarse las escenas más importantes de la documentación histórica de aquellos años donde las banderas en alto defendían los intereses extranjeros.
Al declararse la tregua Luis Bazoberry decidió hacer un viaje a Barcelona para revelar el material que aún conservaba, ahí nació la primera película sonora que se llamaría La Guerra del Chaco y que también sería conocida como Infierno Verde. Una banda de sonido con música y voz en off que acompañaba el montaje de la película donde se agregaron tomas de fotos fijas a las imágenes en movimiento.
Fue en España, que Bazoberry trabajó en el montaje y sonorización de la película de manera particular.El revelado de las cintas que llevaba desde Cochabamba, era una tarea que asumía por cuenta propia. Una vez que llegó a Barcelona, descubrió que a pesar de las muchas medidas que había tomado para conservar el material de la mejor manera, más de la timad de las filmaciones eran inservibles. A pesar de eso, su necesidad por contar esta historia hizo que con el material restante se dispusiera a preparar el film.
Llama la atención en los créditos iniciales de la película, la figura de Coordinador del film, trabajo que desempeña Juan Pallejá, un editor y montajista catalán que ha inscrito su nombre en la historia del cine español que denunció el fascismo franquista y se alineo con la izquierda y los anarquistas. De acuerdo con MagiCrusells, Pallejá trabajó como montajista en Cinematografía Josep María Bosch entre los años 1934 y 1936, ahí también desempeñó funciones Bazoberry haciendo de cameraman en algunas filmaciones.
En 1937, un año después del estreno de la película de Bazoberry en Bolivia, Pallejá realiza un documental de montaje titulado Un pueblo en armas. Esta película realizada junto al lituano Louis Frank[5]recupera imágenes fijas y en movimiento capturadas por productoras relacionadas a los sindicatos anarquistas. En esta película se descubren muchas de las formas, tanto en montaje, como en efectos descriptivos, que vemos en La Guerra del Chaco 1932-1935.Pallejá utiliza el relato para narrar el drama, y así propone en su estructura un reportaje documental en ambos casos.
Sin embargo, la gran diferencia entre Un pueblo en armas y la película boliviana es la toma de posición política.Si bien en la película española el antifascismo es el catalizador de esta historia que recupera imágenes de distintas ciudades y pueblos de España durante la Guerra Civil, en la que se observan victorias y movimientos sindicales en busca de lograr sus objetivos, en el caso de La Guerra del Chaco 1932-1935 lo que se observa es más bien una intención de reconstitución de la heroica lucha como una respuesta nacionalista a la derrota.
Pallejá y Bazoberry, una dupla impensable, una asociación laboral que permitió que Bolivia tenga hoy en un documental sobre la Guerra y el registro de un hecho histórico constitutivo de la nacionalidad boliviana.
Pallejá dejó para la historia española testimonios de la época más cruenta. Las guerras en el cine, los enfrentamientos entre los pueblos, la posibilidad de ser testigo con la cámara del hecho concreto, y saber que no hay artilugios, demostrar que la realidad supera las ficciones a través del registro audiovisual de la historia, siempre recortada por el encuadre de los operadores, por la forma en la que los camarógrafos sostienen su propia posición ante el hecho.
La importancia de la película de Bazoberry, además de marcar un hito en la cinematografía nacional al introducirnos al mágico mundo sonoro, radica en que es uno de los pocos testimonios documentales que han llegado hasta nuestros días bajo su montaje original tal y como lo imaginó su autor. La copia que conserva la Fundación Cinemateca Boliviana de la película de Bazoberry se convierte en una de las películas más importantes para la propia historia cinematográfica latinoamericana al mostrar el enfrentamiento de dos naciones en una de las guerras más cruentas entre países de la región que la historia recuerde en la primera mitad del Siglo XX.
A pesar del esfuerzo que representó para Bazoberry concluir su película, y luego de todo el trabajo que encarnó realizar la sonorización de esta a través de la inclusión de la banda de sonido, La Guerra del Chaco 1932-1935no alcanzó las repercusiones que esperaba. Parece ser que la película se encontró con la apatía de un público decepcionado ante el resultado de la Guerra.
El film se estrenó en el Teatro París a fines de septiembre de 1936, pasó a principios de octubre al Cine Mignon, y se exhibió días más tarde en el Teatro Municipal. Sin embargo, no tuvo una gran acogida ni del público ni de la crítica, y los comentarios más sobresalientes se publicaron años después en ocasión de un re-estreno. (Ibídem: 1982, 150)
La película fue repuesta en la cartelera del Cine Tesla en La Paz en 1962, al recordarse 30 años del inicio de la Guerra entre Bolivia y Paraguay. La copia de este mediometraje se encuentra en el Archivo de la Fundación Cinemateca Boliviana y forma parte de la memoria audiovisual de nuestro país, pero es además un material de incalculable valor al ser el registro de uno de los episodios más desastrosos que se puedan recordar, este enfrentamiento entre pueblos hermanos, este triste episodio desafortunado en América del Sur. En el Siglo XXI la película se ha re-estrenado por primera vez el jueves 8 de enero de 2015 y se ha mantenido en cartelera comercial de Cinemateca hasta el miércoles 4 de febrero.
LA GUERRA DEL CHACO 1932-1935, EN 2015
El antecedente mayor es la restauración y digitalización de la película En el infierno del Chaco, dirigido por el argentino Roque Funes, que fue realizada por encargo del gobierno del Paraguay ante el estallido de la contienda bélica que enfrentó a bolivianos y paraguayos entre los años 1932 y 1935.
En el infierno del Chaco sobrevivió a los años en un archivo privado del Paraguay. Mediante una gestión de Hugo Gamarra (Fundación Cinemateca del Paraguay) en coordinación con Fernando Martín Peña (Asociación de Apoyo al Patrimonio Audiovisual – APROCINAIN) en Buenos Aires pudo hacerse una nueva copia de negativo y otras dos de exhibición. El estreno de esta película tuvo lugar durante el BAFICI en abril de 2008. Al año siguiente INCAA digitalizó el material y lo incluyó en una colección de cine silente argentino bajo el título de Mosaico criollo. Diez años después de que se editara esta antología la Fundación Cinemateca Boliviana estrena la versión restaurada y digitalizada de la película que cierra este tan cruento capítulo dentro de la historia de ambos países. Si Funes estrenó su película en Buenos Aires el 21 de diciembre de 1932 – meses después del estallido de la guerra – el realizador boliviano Luis Bazoberry estrenaría La guerra del Chaco 1932-1935 al año siguiente del cese de hostilidades, en 1936.
Con el estreno de la versión digitalizada de la película de Bazoberry se da un paso muy importante para la consolidación de la memoria colectiva de ambos países. Se trata de una pieza que en sí misma es el final de la Guerra.
No hay más registros de posteriores exhibiciones públicas del material original hasta el año 2015, cuando en enero se hizo una proyección extraordinaria en Cinemateca Boliviana y se organizó una serie de exhibiciones en otras ciudades, así fue que llegó a: Oruro, Cochabamba, Santa Cruz, Trinidad y Potosí. En esa misma gestión, Cinemateca Boliviana coordinó con Hugo Gamarra director de Fundación Cinemateca del Paraguay, y también director del Festival de Cine de Paraguay, la exhibición por primera vez en la historia de la película de Bazoberry en Asunción.
Como sostiene un anota publicada por ABC Color, ambas películas fueron exhibidas el 15 de junio en el Cine Teatro del Puerto en Asunción[6], recordando los 80 años del cese de hostilidades. Posteriormente en septiembre de ese mismo año, la película fue exhibida en el marco del Festival de Cine[7].
La película en esta versión – artesanalmente digitalizada – fue exhibida también durante el Festival de Cine Recobrado en Valparaíso en noviembre de 2015[8]. De esta manera se cerraba un primer ciclo de exhibiciones, con el que se alcanzaron importantes objetivos, mostrar la película en ciudades del interior de Bolivia, y por otra parte internacionalizar la cinta de Bazoberry.
LA DIGITALIZACIÓN
El 18 de marzo de 2019, Fundación Cinemateca Boliviana estrena la versión restaurada de la primera película sonora boliviana. El proyecto de restauración fue financiado a través del FOCUART (Fondo Concursable Municipal de Promoción al Desarrollo y Promoción de las Culturas y las Artes) que el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz otorgó mediante concurso a Cinemateca. La labor estuvo a cargo de los profesionales Luis Tapia para la imagen y Alberto Velasco en el sonido.
Luego de un trabajo de varios meses el resultado es haber conseguido la restauración digital del sonido y la imagen de una de las piezas cinematográficas más importantes de Bolivia, y una de las películas más interesantes dentro de la cinematografía regional. Bazoberry registro el campo de batalla durante el conflicto bélico que enfrentaron a Bolivia y Paraguay entre los años 1932 a 1935.
Una noche de septiembre del 2015, durante el 24 Festival de Cine en Asunción, con Hugo Gamarra conversamos sobre la necesidad de tener las películas de Funes y Bazoberry digitalizadas al alcance todos, en un mismo disco, un material que permita entender el principio y el final de la Guerra. Fue en El Bolsi, en Estrella esquina Alberdi, donde soñamos con éste momento, ahora – que ya existe la digitalización boliviana – podemos continuar persiguiendo el objetivo de generar un material binacional que permita la divulgación del patrimonio fílmico, confirmando la importancia de los archivos, devolviendo a las futuras generaciones su imagen propia.
BIBLIOGRAFÍA
Crusells, Magi; Directores de cine en Cataluña de la a Aala Z; Universidad de Barcelona; España; 2009.
Fernández Saavedra, Gustavo; Vinculación con el mundo, Bolivia en el Siglo XX; Harvard Club de Bolivia; La Paz, Bolivia; 1999.
Gumucio Dagrón, Alfonso; Historia del cine en Bolivia; Editorial Los Amigos del Libro; La Paz, Bolivia; 1982.
Maldonado Guzmán, Víctor; Introducción al Poder Aéreo; Editorial Aeronáutica de la Fuerza Aérea Boliviana; La Paz-Bolivia, 2003.
Susz, Pedro; La campaña del Chaco, el ocaso del cine silente boliviano; Coedición de la Universidad Mayor de San Andrés e Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, ILDIS; La Paz, Bolivia, 1990.
[1]En 1911, durante la guerra Ítalo-Turca, en el Norte de África, surgió la fotografía aérea a iniciativa del aviador italiano, Capitán Carlo Piazza, cuando luego de efectuar un vuelo de reconocimiento cerca dela ciudad de Trípoli, se le ocurrió llevar a bordo una cámara fotográfica para captar la ubicación de los campamentos y el desplazamiento de las tropas adversarias; aspecto que con cámaras y sistemas más adecuados se fue perfeccionando, no sólo durante la Gran Guerra sino también con posterioridad al Tratado de Versalles, pero alcanzó progresos fundamentales durante la II Guerra Mundial así como en los conflictos bélicos de Corea y Vietnam y hoy son partes fundamentales de todas las fuerzas aéreas del mundo. (Maldonado Guzmán, 2003: 611-612)
[2]Saavedra fue Presidente Constitucional de Bolivia entre los años 1921 y 1925, durante su gestión se celebró el Centenario de la República.
[3]Félix Capriles(1895 – 1994). De profesión abogado, incursionó en la política. Desempeñó varias funciones en el Congreso Nacional. Trabajó como diputado y senador de la República. Pero sus actividades estuvieron siempre ligadas al deporte nacional, sobre todo al de Cochabamba. Durante su incansable tarea como promotor del deporte, logró que el fútbol oficial creciera. Es debido a estos méritos que el principal estadio de fútbol de la ciudad de Cochabamba, ubicado en la zona de Cala Cala, lleva su nombre.
[4]El 12 de junio de 1935 se firma en Buenos Aires, Argentina el Protocolo de Paz donde se acuerda el cese de hostilidades entre Bolivia y Paraguay. “La Guerra del Chaco se ve como un tablero de ajedrez chino en el que varios jugadores tratan de hacer que prevalezcan sus propios objetivos. Bolivia, procurando llegar al mar por el Atlántico, a través de un puerto soberano y de navegación libre en el Río Paraguay, en el otro extremo del núcleo económico y político de la República., al tiempo que se defendía de la presión paraguaya para controlar todo el Chaco y para llegar a Santa Cruz y las regiones petroleras del sur. Paraguay, librando una auténtica guerra patria, en la que jugaba su propia existencia, para consolidar una masa territorial viable y para alejar el fantasma del supuesto expansionismo boliviano en el Río Paraguay. Argentina –como nunca materializada en la figura del canciller Saavedra Lamas- tratando de consolidar su condición de potencia regional dominante y de extender a Bolivia la tutela que entonces ejercía sobre la economía y la política paraguaya. Brasil, esperando su momento, apoyando discretamente a Bolivia para equilibrar la presencia argentina. Estados Unidos, mirando desde lejos, preocupado con su propia depresión y con la llegada de Hitler al poder, deseoso de transferir el problema a la Liga de Naciones o a los propios sudamericanos. Y por último Chile, esperando que Bolivia se aferrara al espejismo de la salida al mar por el Río Paraguay y que olvidará su reivindicación en el Pacífico. Todos, o casi todos, pensando en la riqueza petrolífera de Bolivia.” (Fernández Saavedra, 1999: 97). Este es un pequeño panorama de la realidad regional sobre el conflicto del Chaco antes del firma de la paz.
[5]Louis Frank fue un hombre que tuvo su vida signada por el exilio, primero como una consecuencia del régimen Nazi, después como resultado del franquismo español, terminó sus días en México. Su presencia en el cine español anarco sindicalista lo ubica como director y productor. En 2003 la realizadora mexicana Marcela Arteaga, estrenó Recuerdos, un documental que recupera la memoria de Frank.
[6] La Guerra del Chaco a través del cine. http://www.abc.com.py/espectaculos/cine-y-tv/la-guerra-del-chaco-a-traves-del-cine-cierra-conmemoraciones-en-asuncion-1377401.html
[7] Celebran 80 años de la paz del Chaco con proyecciones. https://www.hoy.com.py/cine/celebran-80-anos-de-la-paz-del-chaco-con-proyecciones
[8] Informe incompleto de películas bolivianas 2015. http://www.cinemascine.net/dossier/d/INFORME-INCOMPLETO-DE-PELCULAS-BOLIVIANAS-2015