Hace poco participé como ponente en un evento mundial sobre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Mi colega encargada de disertar sobre el ODS número 1 referido a “erradicar la pobreza a nivel mundial”, insistió -varias veces- que “la pobreza es mental”. Esta afirmación reduccionista me llevó a pensar en eso que llamamos pobreza.

Por un lado, resulta curioso que en América Latina, tanto los países que se pregonan liberales y capitalistas como aquellos que se declaran socialistas y protagonistas del poder popular, no han logrado superar la pobreza. Ambas visiones tienen una misma forma de interpretarla partiendo de una base material económica (se tiene más, se tiene menos o no se tiene).

Por otra parte, si comenzamos a situar la pobreza en el componente inmaterial de las personas, estableciendo una relación causal entre pobreza mental/espiritual y pobreza material, todavía no hemos comprendido la complejidad del asunto. Basta con pensar -detenidamente- que el postulado de José Antonio Abreu, fundador de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela (conocido simplemente como El Sistema), sobre “el potencial de la inmensa riqueza espiritual engendrada por la música para vencer la pobreza material” ha quedado falseado con aquellos jóvenes que fueron parte de este entramado y luego no consiguieron trabajo dentro y/o fuera del país. A varios les tocó ejecutar piezas musicales en las calles y subterráneos de diferentes ciudades en el mundo por un poco de dinero.

El documental Tocar y luchar (2006) dirigido por Alberto Arvelo y el largometraje de ficción Maroa (2006) dirigido por Solveig Hoogesteijn, partieron del antiguo postulado de José Antonio Abreu. Representan un momento en el cual Venezuela no había enfrentado la mayor crisis económica, política y social de la historia contemporánea.

Ya con Dudamel, el sonido de los niños (2011) el director Arvelo tenía claro el propósito de aprovechar la fama mundial de Gustavo Dudamel para que sirviera de ejemplo como joven egresado de El Sistema. Pero, no todos son Dudamel. Esto lo deja muy claro Florantonia Singer, en su nota de junio de 2024, para el diario El País América titulada “Los que no son Dudamel: cuando la música no basta para salir de la pobreza en Venezuela”. Evidentemente, Dudamel no vivía en la pobreza.

Y sobre aquellos que no son Dudamel, la directora Marianela Maldonado pone el foco en Los niños de Las Brisas, la película seleccionada por la Academia Venezolana de Cine que competirá en las carreras por el Goya 2025 y el Óscar 2025. El documental comenzó su circuito festivalero en 2022, mismo año en el cual se estrenó en Argentina Ópera Villera (2022) dirigido por Néstor Sánchez Sotelo y Ana Farini, quienes insisten -de nuevo- en el antiguo postulado de Abreu (sin mencionarlo directamente), pero en el género ópera y en barrios vulnerables de Buenos Aires.

Los niños de Las Brisas (2022) es un documental con una posición crítica sobre la situación política, social y económica de Venezuela a partir de las vidas de Dissandra, Edixon y Wuilly, documentadas durante diez años.

En 2012 los protagonistas del documental habitaban en el barrio Las Brisas de la ciudad de Valencia y asistían a la escuela de “El Sistema” ubicada en esa urbe. Encontraron en la música “la salvación” a los problemas económicos gracias al pago que recibían como miembros de El Sistema. Luego, profundizada la crisis económica en el país, el pago ya no era suficiente y tomaron tres decisiones: migrar (Dissandra), protestar y migrar (Wuilly) o ser parte del Ejército (Edixon).

El doctor en Musicología Geoffrey Baker detalla algunos aspectos de la cris de “El Sistema” y el empobrecimiento de las familias en Venezuela en su reseña titulada “Los niños de Las Brisas: un ensayo sobre El Sistema”, publicada en la web Trópico Absoluto en 2022. Él sostiene que “a las familias empobrecidas se les vendió un relato social sin conclusión. Se priorizó la educación sobre el empleo posterior o incluso las necesidades básicas, inundando a una sociedad con miles de violinistas en un momento en el que luchaba por alimentar a sus hijos”.

La directora Mariela Maldonado aunque deja ver su posición sobre la situación venezolana lo hace desde la propia crudeza de las vivencias de sus protagonistas, razón por la cual muchas escenas pueden resultar duras, evocativas y emotivas. Sin embargo, no traspasa la línea del “proselitismo opositor exacerbado”, ese que vemos en la ficción Simón (2023), dirigida por Diego Vicentini, y que se corresponde con la clase media alta.

Dissandra, Edixon y Wuilly luchan por dejar de ser pobres y esa lucha es distinta a la lucha de la clase media. Lo complejo de la pobreza es “ser pobre” y ocupar todo el tiempo en cómo dejar de serlo. Y una vez superada la pobreza, cómo vencer la aporofobia (el miedo y rechazo a la pobreza y a las personas pobres).

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Sinopsis:

El documental sigue a tres chicos venezolanos del empobrecido barrio Las Brisas, en su búsqueda por convertirse en músicos profesionales dentro de las filas del programa musical El Sistema.

Datos:

Título original: Los niños de Las Brisas

Fecha: 2022

País: Venezuela

Dirección: Marianela Maldonado

Género: documental

Tráiler:

 

Por Claritza Arlenet Peña Zerpa