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“Wiphala de memorias: sobre el documental Las banderas del amanecer (Grupo Ukamau, 1983)” en Revista Archivos de la Filmoteca Nº 73, Octubre 2017. ISSN: 0214-6606 – eISSN: 2340-2156. Con referato. 57-74.

En su vuelta del exilio el Grupo Ukamau produce Las banderas del amanecer (1983), un film singular con dos rasgos hasta ese momento inéditos y que no volverán a repetirse en la trayectoria del grupo: ser realizado en co-dirección —entre Jorge Sanjinés y Beatriz Palacios–, y responder enteramente a los caracteres del documental. De forma cronológica y a través de distintas formas de testimonio, entrevistas, registros in situ y material de archivo, la película recupera variadas experiencias de resistencia y oposición durante las dictaduras bolivianas y las democracias frágiles que signaron la transición. De esa forma configura un mapa diagnóstico que describe y explica la Bolivia golpeada pero en ebullición de fines de los setenta y principios de los ochenta protagonizada por un sujeto colectivo heterogéneo.

El film, que se presentó en el V Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano donde ganó el Gran Premio Coral en la Sección Documental, continúa con la inconfundible perspectiva de intervención política que cultivara el colectivo desde los ‘60, incorporando interrogantes ligados a los DD. HH. y la democracia, elementos que se desarrollarán en el período inmediatamente posterior. Las banderas… constituye en sí un doble testimonio documental: por una parte al dar cuenta de un campo social en pugna por el retorno democrático; y simultáneamente por ser la forma por la cual Ukamau se re-inserta en el campo de producción cultural y se re-encuentra con “su pueblo”, incluso bajo riesgo físico y en la clandestinidad.

Tras la ubicación del film en la obra del colectivo y la descripción de sus condiciones de posibilidad, este trabajo analiza las formas de representación del dolor y el duelo, y las modalidades de denuncia impugnadora del ejercicio de la fuerza dictatorial. Nos proponemos reconstruir y caracterizar el trabajo de memoria que el documental propone: una memoria tejida —como la whipala– de voces y subjetividades heterogéneas que hacen visible y audible el recuerdo de las masacres y las injusticias, pero también la capacidad de organización, lucha, compromiso y solidaridad de los sectores populares.